jueves, 11 de octubre de 2012

Fútbol y política

"Este juego que llamamos fútbol y esa actividad que llamamos política siempre han estado y estarán unidos". Manolo Preciado, una de las personas más importantes en los banquillos españoles en las últimas décadas y tristemente fallecido el pasado mes de junio no se equivocaba en este afirmación. De hecho, puede ser una de esas verdades que denominamos apodícticas. Nos guste o no, el fútbol se asocia a la política desde los inicios de la competición doméstica -antiguo Campeonato de España y lo que hoy conocemos como La Liga-. El problema es el extremo al que estamos llegando.

El pasado domingo, se celebró en el Nou Camp el mejor partido del mundo y por consiguiente, el mayor espectáculo del mundo -a mi entender-, el Barcelona - Real Madrid, correspondiente a la séptima jornada del campeonato. En ese partido, se produjeron dos hechos de alto significado político promovidos y/o apoyados por la directiva del Fútbol Club Barcelona: la utilización de 98.000 cartulinas para conformar un mosaico con la senyera -bandera autonómica de Cataluña, perteneciente a la antigua Corona de Aragón- y, por otra parte, el grito en sendos minutos 17 de ambas partes a favor de la independencia en la que se mostraron esteladas -bandera no oficial de Cataluña, con un carácter independentista-.

Respecto al primer caso, no me parece mal en absoluto -como dije en la entrada anterior- la defensa de la cultura y de la tradición catalana, por eso no me posiciono en contra de que se muestren senyeras. Sin embargo, y si mi memoria no me falla, creo que el partido era Barcelona - Real Madrid y los colores de la institución culé son el azul y el rojo, y no vi dichos colores en el mosaico -cosa que otros años sí ha pasado, y se han fusionado los colores azulgranas con banderas catalanas-. Sin embargo, en mosaicos de otros equipos españoles como el Real Madrid, el Atlético de Madrid o el Sevilla sólo aparecen los colores del club -exceptuando las zonas en las que sitúan los grupos más radicales-. Así pues, queda reflejada la primera forma de utilizar el fútbol por parte de Sandro Rosell como herramienta política.

En cuanto al segundo caso, me parece que el hecho acaecido fue lamentable. Y no digo lamentable por pedir la independencia -que para algo estamos en democracia- sino que fue lamentable por utilizar una institución como el Fútbol Club Barcelona -seguida por millones de personas en todo el mundo- al antojo de una serie de personas que están a favor de la independencia. Quizás Sandro Rosell desconoce que el mayor número de peñistas culés NO se encuentra en Cataluña -concretamente se sitúan en Andalucía, Extremadura y Madrid, respectivamente-. Por ello, esa serie de personas pueda no sentirse identificada con toda la parafernalia política que utiliza Rosell y que, a su vez, están pagando de su bolsillo al ser socios del Barça. Parece injusto, ¿no?.


Sin embargo, si la independencia catalana se hiciese efectiva, Rosell  tiene un posicionamiento contrario a la creación de una liga catalana y aboga por la continuidad en La Liga BBVA. ¡QUE CURIOSO!, el defensor a ultranza de la independencia, se mantendría en la competición nacional. ¿Tendrá algo que ver con el tema económico? ¿Será que en La Liga el Barcelona gana millonadas por derechos televisivos mientras que en una liga catalana no recibiría ni una décima parte de esos ingresos?. Por interés te quiero Andrés. El refranero español es muy sabio.

Aún así, yo no pecaré de hipócrita por ser madridista de pro; individuos como Ramón Calderón en el Real Madrid o José María del Nido en el Sevilla tienen o han tenido una fuerte inclinación nacionalista española. Ojalá el fútbol fuera sólo un deporte, un juego con que el pudiéramos disfrutar durante 90 minutos y evadirnos de la realidad actual sin ideología política alguna, pero como diría el mister Preciado... se antoja imposible.

2 comentarios:

  1. A mí nunca me ha gustado que se mezclara deporte (cualquier deporte, no sólo fútbol) y política, ya que son dos cosas que tendrían que seguir su propio camino por separado, pero, por desgracia, la clase política sabe que, si se ponen del lado de tal o cual equipo, ganan o dejan de ganar votos. Es así de triste...

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    1. Totalmente, Jordi. Es realmente triste que se mezcle algo tan bonito como es el deporte (sea el que sea) con algo tan burdo y falso como es la política de hoy en día. A veces los mejores partidos son los de fútbol modesto en donde las ideologías se dejan de lado y prevalece el espíritu deportivo. Ojalá sucediese en la alta competición, pero por desgracia, lo veo como una utopía...

      Un fuerte abrazo Jordi.

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