domingo, 3 de febrero de 2013

Los malos de la película son otros

A día de hoy, España es una película de Serie B. Una filme malo y con actores en franca decadencia. ¿Su genero? podríamos decir que mezcla la satírico, lo cómico y lo terrorífico a partes iguales. Y como en todas las películas de terror, siempre existe un perverso y diabólico personaje. Son muchas las voces que ven en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado -Policía Nacional, Guardia Civil o Fuerzas Armadas- a ese malvado personaje. Sin duda, esas voces se equivocan. 

Los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado se componen de mujeres y hombres al servicio de la nación, o en otras palabras, al servicio de los españoles. Son auténticos profesionales que trabajan por y para los ciudadanos y NO para el Gobierno, sea cual sea el color de éste. Afortunadamente, los integrantes de estos cuerpos son independientes del ámbito político, algo que parecen desconocer ciertas voces, que ven en la policía un grupo represor de tipo político en contra de la ciudadanía al igual que décadas atrás. Como en el resto de filmes, en las películas de serie B también existen personajes que se alzan como héroes. La semana pasada, España encontró a uno de tantos héroes que viven en nuestro país.

El pasado día 21 de enero, Rubén, un policía nacional destinado en Madrid, se disponía a utilizar el metro en su día libre. Mientras esperaba en la estación de Marqués de Vadillo de la línea 5, una mujer sufrió un desvanecimiento y cayó a las vías justo cuando el convoy entraba en la estación. Sin dudarlo un segundo, arriesga su vida lanzándose a las vías para salvar a la mujer.

Al igual que Rubén, la práctica totalidad de los integrantes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado velan por y para los ciudadanos. No son los malos de nuestra película la pareja de policías nacionales que sale de ronda a las doce de la noche y conoce de primera mano los problemas de la sociedad que esconde cualquier ciudad española. Los malos de la película no son ellos, no. Los malos de la película toman decisiones en las cámaras representativas sin importarles el bien común. Miran su propio ombligo, cubierto por trajes de grandes firmas financiados con dinero público mientras se recortan servicios básicos de la población. Ellos son los malos, el sistema corrupto en su propia base, y es necesario que los ciudadanos nos demos cuenta de ello.