jueves, 21 de agosto de 2014

De paradones, transistores e ilusiones: vuelve la Liga

Iker Muniain celebra un gol con la afición de San Mamés | Mundo Deportivo


Cinco y media de la tarde. Frente al espejo del recibidor, encuentras reflejado ese rostro de hombre que delata la ilusión incontenible de un niño. Con la combinación perfecta que surge de la camiseta a estrenar de esta temporada y la bufanda que invierno tras invierno te arropa en el graderío, te encaminas al estadio, a tu estadio. En los oídos, unos auriculares en los que resuena la voz de un entusiasta locutor cantando el primer once de la temporada de tu equipo. Para los clásicos, un transistor al bolsillo en el que las alineaciones, los goles y las paradas resuenan bien alto, entremezclándose con los cánticos de la afición a orillas de tu fondo sur, de tu puerta 22; de esa puerta que conduce a tus sueños. Y es que, amigo mío, la Liga ya está aquí.

Como cada año, volverás a disfrutar del sufrimiento. Disfrutar del sufrimiento, sí. Aunque resulte paradójico, tú y yo sabemos que nada se disfruta más en esta bendita locura llamada fútbol que un gol en el descuento que te permita sumar de tres esa jornada, o incluso conseguir la permanencia. ¿Recuerdas cuando existía aquello del carrusel y todos los equipos se la jugaban a la misma hora? Eran otros tiempos, en los que las cinco de la tarde de un domingo cualquiera era la referencia para media España; cuando los móviles se proyectaban en verdes pantallas y servían poco más que para llamar, las riendas de la información las agarraba con firmeza ese rechoncho hombre situado detrás del banquillo, transistor en mano, que vociferaba al utillero los goles que José María García, Manolo Lama o Alfredo Martínez cantaban desde el Vicente Calderón, San Mamés o El Molinón.

La Liga no es una mera competición futbolística, amigo mío, es otra cosa. Es sinónimo de La Quiniela y de esa ambición por acertar el pleno al quince. Es esa caravana de regreso a casa escuchando la radio en una fría y oscura tarde de noviembre. O esa mezcla de olor a café y papel prensa del AS o el MARCA un lunes en la oficina mientras, orgulloso, sonríes a tu compañero del alma. Tu equipo le endosó una paliza al suyo y bien sabes que esa cerveza que se apostó te la vas a cobrar al término de la jornada laboral. La Liga es mucho más que fútbol, es ilusión. Es esa dulce sonrisa de una niña ataviada de blanco ante su primera oportunidad de vislumbrar el verde del Bernabéu. Una sonrisa que se agiganta cuando ve que su mano se entrelaza con la de su abuelo, socio del club desde hace más de 50 años y que, sin embargo, conserva la ilusión de un infante.

Kroos, Suárez, Mandžukić … menuda temporada nos espera, ¿eh? Pero a decir verdad, tú y yo sabemos que los jugadores, como los cromos en nuestros recreos, cambian sin cesar temporada tras temporada. Lo importante es que el álbum, ese álbum de papel grueso que construyen los miles de aficionados en nuestro país bajo el pegamento de tantas y tantas decenas de cromos perdure por siempre. Y es que, amigo mío, no existen locuras más bellas que el fútbol y la vida. Y para colmo, resultan ser sinónimos. En fin, supongo que ya estarás dentro del estadio, con tu camiseta a estrenar de esta temporada y la bufanda que invierno tras invierno te arropa en el graderío. Cuando acabe el partido hablamos, amigo mío. Hasta entonces, disfruta el partido y disfruta la vida.

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